Isla Tiberina
La Isla Tiberina se encuentra ubicada en el río Tíber, en el trecho en que éste atraviesa Roma, cerca de la Colina Capitolina. Es famosa debido a que albergaba al Templo de Esculapio, el dios griego de la medicina.
Posee una forma similar a la de una barca, y cuenta con 270 metros de largo y 67 de ancho.
Leyendas de la formación de la isla
Existe una leyenda que narra que luego de la caída del rey Lucio Tarquinio el Soberbio, el pueblo romano arrojó el cuerpo de éste en el punto del Tíber donde luego surgiría la isla, ya que sobre él se habrían ido acumulando arena y sedimentos que traía el río. Según otra versión de esta leyenda, los romanos habrían recogido los granos de trigo reunidos por el odiado rey, y lo habrían arrojado todo en el lugar donde después se formó la isla.
Debido a sus oscuros orígenes, la isla tiberina era un lugar de mala fama y estaba considerada por los romanos como un lugar de malos augurios. A tal punto estaba arraigada esta creencia, que hasta que no se construyó el Templo de Esculapio, los romanos evitaban ir a la isla, y sólo los peores criminales eran condenados a pasar allí el resto de sus vidas.
El Templo
La forma de la isla, que como anteriormente mencionado semeja a la de una barca, es casi todo lo que queda del gran templo que albergaba.
Se cuenta que en el 293 a. C., la peste azotó Roma. Luego de haber consultado los Libros Sibelinos, el Senado Romano decidió construir un templo dedicado a Esculapio (el dios griego de la medicina), y al mismo tiempo organizó una delegación para obtener la estatua del dios. Cuando esta delegación regresó, mientras se encontraba bordeando el río Tíber, una serpiente (el símbolo del dios) fue vista saliendo de la barca en que viajaban y nadando luego hacia la isla. Esto fue considerado como una prueba inefable de que Esculapio había elegido a la isla para que fuese el lugar donde se le edificara un templo.
Cuando la construcción estuvo lista, la peste terminó de flagelar a Roma. Maravillados ante tan milagroso evento, los romanos construyeron una enorme nave "fija" que abarcaba toda la isla: Revestimientos en travertino se le adjuntaron a la orillas con formas de proa y popa, se erigió un obelisco en el medio de la isla para representar el mástil de un barco, y se rodeó la isla con muros, lo que la hacía parecer un barco verdadero.
Todavía se pueden ver algunos restos de los muros en la parte oriental, y parte del obelisco que ahí estaba, se encuentra ahora en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Historia
Por su posición en el medio del río Tíber, la isla constituía –en caso de necesidad- un lugar que permitia "aislarse" de la ciudad. Durante laEdad Media, el Templo fue utilizado como una fortaleza de los Pierleoni, quienes fueron sucedidos por los Caetani. El palacio Pierleoni Caetani funcionó como convento franciscano desde el siglo XVI al XVIII, y usado, en caso de una plaga, como hospital. En el año 1900 fue concedido su uso al Hospital Israelí, que todavía lo continúa utilizando. La parte alta de la isla alberga ahora el Hospital de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, un centro médico de renombre en la ciudad de Roma.
Los puentes
A la isla se puede acceder por los antiguos Puente Fabricio y Puente Cestio. Desde el extremo meridional se puede ver también el Puente Emilio, también conocido como el Puente Roto.
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